Otro de los personajes históricos mencionados en el cuento «Los juguetes de la paz» (1919) como ejemplo de civilidad y progreso pacífico de la historia humana es el matemático y astrónomo británico John Herschel, hijo del músico astrónomo William Herschel, de cuya obra científica sería el continuador.
William Herschel (1738-1822) podría considerarse que fue ante todo un apasionado de la música. Nacido en Hannover (que formaba parte entonces de la corona británica) e hijo de un músico militar, siguió como oboísta la tradición familiar en la banda militar de Hannover. Tras la batalla de Hastenbeck (1757), durante la guerra de los Siete Años, en la que los ejércitos de Hesse y Hannover fueron derrotados por los franceses, el joven Herschel decidió seguir los pasos de Haendel y emigrar a Inglaterra.
Tras trabajar unos meses copiando partituras, fue contratado como director de la banda de la milicia de Durham, dio conciertos y finalmente obtuvo en 1766 una plaza de organista en Bath. Inició entonces una carrera musical de cierto éxito, durante la cual compuso sinfonías y conciertos, y que atrajo a tres hermanos a Inglaterra. En 1772, viajó al continente y regresó a Bath con su hermana Caroline (1750-1848), con la intención de formarla como cantante. Sin embargo, por esos años ya había manifestado un interés por las armonías celestiales y, a partir de 1773, tras la compra de unos componentes para construir telescopios, fue abandonando progresivamente la música terrenal para emprender, con su hermana enrolada como ayudante, la exploración de las armonías celestes.
Al igual que todos los demás astrónomos de la época, estudió el sistema solar, pero su gran habilidad como constructor de telescopios y, sobre todo, como pulidor de espejos lo llevó a concentrarse en objetos más lejanos, lo que entonces se llamó «astronomía sideral» o, en palabras del propio William Herschel, «el conocimiento de la construcción de los cielos».
El 13 de marzo de 1781, con un telescopio reflector construido por él mismo, descubrió el planeta Urano. Lo bautizó como Georgium Sidus (Estrella de Jorge) en honor a su protector, el monarca reinante Jorge III, aunque la comunidad científica no aceptaría finalmente esa denominación y, siguiendo el orden genealógico establecido por la secuencia Marte, Júpiter y Saturno, prefirió elegir el nombre del progenitor mitológico este último. De todos modos, Jorge III lo contrató como astrónomo de la familia real, lo cual supuso el final definitivo de su carrera como músico... y también de la de su hermana.
La fama de Herschel se extendió rápidamente, construyó telescopios cada vez más grandes y recibió encargos de diferentes partes de Europa (entre ellos, uno de Carlos IV de España). Sus telescopios eran tan buenos que permitían ver las estrellas «redondas como botones» donde los astrónomos profesionales veían estrellas puntiagudas debido a los defectos de sus lentes. Ayudado por Caroline (que descubrió por su cuenta tres nebulosas y ocho cometas), realizó barridos sistemáticos del cielo nocturno. Elaboró con minuciosidad germana un metódico catálogo de nebulosas (hasta su muerte clasificó 2.500 frente al centenar conocido en 1870); su estudio de las estrellas dobles lo llevó a concluir que esa duplicación no era producto de un efecto óptico sino que esas estrellas formaban sistemas binarios, lo cual supuso la primera demostración de las leyes de la gravedad de Newton fuera del sistema solar; entre sus otros descubrimientos, se encuentran la variación de tamaño de los casquetes polares de Marte, dos satélites de Urano (Titania y Oberón) y dos de Saturno (Mimas y Encédalo), así como la radiación infrarroja. Intentó establecer una correlación entre la actividad solar y el clima de la Tierra estudiando la variación del precio del trigo (más alto en los años de menor actividad estelar). Acuñó la palabra asteroide, para aplicarla a los recién descubiertos Ceres y Palas.
En 1788, se casó con una viuda rica, Mary Pitt (de soltera, Baldwin), con la que tuvo un único hijo John, que acudió junto a él al final de su vida para continuar su trabajo. Murió en su casa de Slough, cerca de Londres, con casi ochenta y cuatro años. Su epitafio lleva las siguientes palabras: «Cœlorum perrupit claustra», es decir, «rompió las cerraduras de los cielos».
John Herschel (1792-1871) inició sus investigaciones científicas en el ámbito de las matemáticas (y la química), pero en 1816 abandonó una incipiente carrera en Cambridge —donde estudió con Charles Babbage, padre de la ciencia de la computación— impulsado en buena medida por el deber filial de continuar el legado de su padre.
En 1820, desempeñó un importante papel en la creación de la Sociedad Astronómica (bautizada a partir de 1831 como Real Sociedad Astronómica), de la que fue tres veces presidente. Entre 1821 y 1823, revisó el catálogo de estrellas dobles realizado por su padre (que falleció en 1822).
Su síntesis Preliminary Discourse on the Study of Natural Philosophy (1830), considerada como la primera obra moderna de filosofía de la ciencia, que influyó en científicos y filósofos como Michael Faraday (1791-1867), William Whewell (1794-1866), John Stuart Mill (1806-1873) y Charles Darwin (1809-1882). De hecho, Darwin llevó consigo un ejemplar de ese libro en el Beagle.
A finales de 1833, viajó junto a su mujer Margaret (con la que tendría doce hijos) a Ciudad del Cabo con objeto de catalogar los objetos estelares del hemisferio austral y completar el trabajo de su progenitor. Identificó 1708 nebulosas, de las que sólo 439 eran conocidas previamente. Además, estudió con atención las nubes de Magalles y los dos satétiles de Saturno descubiertos por su padre, que no habían podido ser vistos por ningún otro astrónomo. Asimismo, durante la estancia sudafricana, que se prolongó hasta 1838, estudió la flora, la fauna y la geología de la región. Darwin lo visitó en cuando hizo escala en Sudáfrica en su viaje a bordo del Beagle. A su regreso, esos trabajos contribuyeron a convertir a John Herschel en el científico británico más eminente de mediados del siglo XIX.
De nuevo en Inglaterra, sus intereses se centraron en la química y el fenómeno de la luz. Entre 1839 y 1842 —y, como continuación de trabajos anteriores—, realizó aportaciones fundamentales a la naciente fotografía (descubrió de forma paralela a William Talbot, el proceso fotográfico sobre papel sensible), investigó el daltonismo y el poder químico de los rayos ultravioletas. En 1839, acuñó el término fotografía (propuesto cinco años antes en Brasil, sin que él lo supiera, por el francés Hercules Florence) y descubrió un método para realizar negativos sobre vidrio (también acuñó las acepciones fotográficas de los términos negativo y positivo). La primera fotografía hecha con su sistema fue una imagen del telescopio de 40 pies de su padre en Slough.
En 1850, aceptó ser director de la Real Casa de la Moneda, seguramente por el prestigio asociado a un cargo ocupado anteriormente por Isaac Newton (1643-1727). Sin embargo, la carga de trabajo que suponía la reforma de la ceca lo llevó a presentar su dimisión a principios de 1855. Sus problemas de salud (gota, reumatismo y bronquitis) lo llevaron a retirarse a su casa de Collingwood (cerca de Hawkhurst, en Kent), aunque siguió escribiendo una multitud de libros y artículos científicos. En sus ratos libres, tradujo, entre otras obras, la Ilíada de Homero en hexámetros ingleses (1866).
A su muerte, el nombre de John Herschel era sinónimo de ciencia. Recibió un funeral de Estado y fue enterrado en la abadía de Westminster, al lado de Isaac Newton.
Fuentes:
CLERKE, Agnes M., The Herschels and modern astronomy, Cassell and Company, Londres-París-Melbourne, 1895.
JONES, R. V., «Through Music to the Stars. William Herschel, 1738-1822», Notes and Records of the Royal Society of London, vol. 33, n. 1 (ago., 1978), pp. 37-56.