En Gran Bretaña, su momento de mayor popularidad fue entre 1895 y 1925, cuando llegó a influir en algunos escritores modernos, como Virginia Woolf. En 1912 se publicaron en Londres dos biografías, The Life of George Borrow de Herbert Johnson y George Borrow. The Man and his Books de Edward Thomas; y, al año siguiente, apareció en los Estados Unidos George Borrow and his Circle de Clement King Shorter. También en 1913, Norwich, su ciudad natal, organizó una gran celebración para conmemorar —con diez años de retraso— el centenario de su nacimiento. La portada del libro editado para la ocasión lo muestra con su amigo gitano Ambrose Smith y la ciudad de Norwich al fondo.
Saki alude de modo incidental a George Borrow («Más tarde, cuando lleguemos al segundo plato de aceitunas, estaré dispuesto a comentar ese nuevo libro sobre Borrow...») en «El punto ciego», un cuento publicado por esas fechas en The Morning Post y recopilado poco después en Animales y superanimales (1914).
Como Munro, Borrow visitó Rusia (encargado de supervisar una traducción al manchú de la Biblia) y quedó maravillado por San Petersburgo. Y da la impresión de que, también como él, sintió fascinación por los lobos. Aparecen citados en varios lugares de sus libros, como el capítulo XI de The Bible in Spain o en el capítulo XLVI de Wild Wales, un libro de viajes por Gales en el que encontramos el siguiente relato, que pone fin a los paralelismos:
Llywelyn que durante sus luchas con los ingleses había acampado con unos pocos seguidores en el valle, partió un día de expedición con sus hombres y dejó a su hijo pequeño en una cuna al cuidado de su perro de caza Gelert, después de haber alimentado al niño con leche de cabra. Durante su ausencia, un lobo de los montes vecinos llegó hasta la tienda en busca de una presa y estaba a punto de devorar al niño cuando el vigilante perro se interpuso y, tras un desesperado combate en el que la tienda quedó desgarrada, logró acabar con el monstruo. Llywelyn, al volver por la noche, encontró la tienda por el suelo y el perro sentado junto a ella, cubierto de sangre. Imaginando que la sangre con la que estaba embadurnado el perro era la de su hijo devorado por el animal a cuyo cuidado lo había confiado, traspasó en el acto con una lanza y en un paroxismo de natural indignación a la leal criatura. Sin embargo, nada más hacerlo llegó a sus sorprendidos oídos un llanto infantil procedente de debajo de la tienda y, tras apartar a toda prisa las telas, encontró al niño en la cuna, ileso, y yaciendo a su lado el cuerpo de un enorme lobo espantosamente desgarrado y mutilado. El pecho de Llywelyn se hinchió entonces de emociones contradictorias: alegría por la salvación de su hijo y dolor por el destino de su perro, junto al cual corrió en el acto. El desdichado animal no estaba del todo muerto, pero expiró poco después lamiendo la mano de su amo. Llywelyn lo lloró como a un hermano, lo enterró con honores fúnebres en el valle y erigió sobre él una tumba igual que sobre un héroe. Desde entonces el valle se llamó Beth Gelert.El autor de «Gabriel-Ernest» jamás habría permitido un final así.
Fuentes:
BORROW, George, The Bible in Spain; or, the Journeys, Adventures, and Imprisonments of an Englishman, in an Attempt to Circulate the Scriptures in the Peninsula, 3 vols., Londres, John Murray, 1843.
—— Wild Wales. Its People, Language and Scenery (1862), Londres, John Murray, 1907.
HOOPER, James, Souvenir of the George Borrow Celebration. Norwich, July 5th, 1913, Londres y Norwich, Jarrold & Sons, 1913.
MUNRO, Hector H. (Saki), Cuentos completos, ed. Juan Gabriel López Guix, Barcelona, Alpha Decay, 2005.